“Las calles del Bronx
están desiertas, pero el olor todavía es repugnante: una mezcla entre basura en descomposición y sangre seca”, esta
es la frase con la que corresponsales del diario El Mundo, describen el
desalojo de uno de los sitios más peligrosos de Bogotá, Colombia...el Bronx.
Estas semanas han sido protagonizadas mundialmente
por una noticia trascendental para la nación colombiana, se trata del ingreso
de más de 2000 uniformados (policía y ejército) al peligroso barrio El Bronx.
Este acontecimiento se encuentra entre los más significativos acontecidos en el
país, ya que se desmanteló una “olla”;
esta última es la designación que se les da a los focos de prostitución, de
fabricación y venta de drogas, de delincuencia, de mafias, de explotación de
menores y sitio en donde viven los habitantes de la calle, entre otras
cuestiones.
Luego de un intercambio de orines, heces, pintura,
cócteles molotov, disparos y proyectiles caseros, la fuerza armada le puso fin
a una de las iniciativas delictivas más críticas social, cultural y
políticamente. Otro de los párrafos del diario El Mundo describe detalles de la
requisa “Se descubrió que habían
construido un túnel subterráneo para mover mercancías ilegales y personas. Apareció
un hombre vivo encadenado y aplastado entre dos paredes”. Quizás estas sean algunas de las
imágenes mentales más cruentas que nos podemos hacer de esta situación, pero no
así las únicas, otro de los problemas estremecedores tiene que ver con la
prostitución infantil y las diferentes vejaciones que se realizaban a menores
de edad; esto más allá de ser una síntesis de la violencia colombiana, pasa a
dejar al descubierto la urgencia de un plan de emergencia que logre reinsertar a ese gran número de personas a la vida social.
Ingrid
Morris, antropóloga egresada de la Universidad
de los Andes, ha sido una de las investigadoras más cercana a estas
problemáticas sociales, dentro de sus publicaciones se encuentra una célebre frase que hace alusión a las condiciones de vida del barrio Santa Inés, al que
resume como “un
lugar en el que se expresa la metástasis de una enfermedad llamada conflicto
armado”. Morris se
encuentra entre algunas de las personas que se plantean si la forma del
desalojo ha sido la indicada y si no es una instancia que favorezca la
migración de hacia otras “ollas”, que
pueda hacerse más grandes y peligrosas. Quizás esta también sea la ocasión para
plantear qué estrategias son las apropiadas para poder vislumbrar la reinserción
sociocultural y escolar de los menores rescatados de este sitio; más aún cuanta
expectativas se tienen de que estas personas puedan cumplir el ciclo de formación
universitaria en pregrados o cursos afines.
En
palabras de la antropóloga “La
intervención en el Bronx no puede ser solo un plan de renovación urbana y debe
estar acompañado de una política social desde el estado”. Esta frase
visibiliza las razones por las que un ciudadano, excluido de las problemáticas
que acontecen en estos barrios peligrosos, puede no pensar en que cualquiera de
estas personas tiene las condiciones humanas para ser un egresado de una
carrera universitaria o formar una familia, con una vida digna fuera de ese
mundo malicioso. Se necesitan mayores planes gubernamentales que cooperen con
la condición humana de las personas que viven en estos lugares y posibilitarles una vida diferente.