Hay experimentos
científicos para todos los gustos y colores. Hoy te traemos dos relacionados a
parejas y relaciones amorosas.
1. Un estudio
reciente indica que una relación amorosa no nos resulta tan distrayente como
uno suponía. Así que si estudias en la universidad, si hay una asignatura que
te está costando horrores, y lo mismo con un posgrado, ya sabes: consigue
pareja.
Existe un experimento clásico que mide el poder de
concentración de una persona: se lo sienta frente a un computador donde le
mostrarán fotos de rostros atractivos de cualquier sexo durante medio segundo,
seguidos inmediatamente por un dibujo de un círculo o un cuadrado que el sujeto
deberá identificar con la tecla correspondiente.
El estudio muestra que una persona heterosexual, digamos,
posee un nivel menor de respuesta cuando le muestran un rostro hermoso del sexo
opuesto: o sea, se queda embobado y le toma unos segundos más decidir si lo que
ve es un círculo o un cuadrado, ¿no?
Hace unos meses, un grupo de investigadores realizó de nuevo
este experimento pero le sumó una nueva fase.
Lo que hicieron fue seleccionar sujetos que se encuentran en
pareja y los separaron en dos grupos: a uno le pidieron que tome nota de alguna
situación hilarante ocurrida hace poco, al otro, que describa en palabras lo
que siente por su pareja.
Terminada la primera parte, pasaron a realizar el
experimento clásico. Los resultados fueron los mismos con el primer grupo, pero
no con el segundo, que tuvieron un tiempo de respuesta menor. Parece que los
sentimientos de cariño nos ayudan a concentrarnos un poco más, lo que le da un
nuevo sentido a la frase sus
“sólo tengo ojos para ti”.
2. Y ya que
hablamos de las ventajas que no conocías de tener una relación, sigamos con el
experimento de Arthur Aron que intenta probar que podemos enamorarnos de
cualquier persona siempre y cuando se den las circunstancias necesarias.
En 1997, el experto en relaciones personales de la
Universidad de Nueva York, Arthur Aron, llevó adelante un experimento con el que
buscaba averiguar qué condiciones deben darse para que dos desconocidos lleguen
a intimar en menos de una hora. Pero, sin querer, consiguió que dos
personas se enamorasen en dicho proceso.
Para la investigación, “La generación experimental de
cercanía interpersonal: un procedimiento y algunos hallazgos preliminares”, un
hombre y una mujer heterosexuales que no se conocían con anterioridad entraban
en una habitación y respondían a una serie de 36 preguntas. Según explica en el
trabajo, el experimento surtió efecto. La pareja se casó meses después.
Algunos años después, una profesora de literatura de la
Universidad de Columbia de Vancouver, Mandy Len Catron, escribió un artículo
sobre la investigación de Aron y de cómo le resultó en la práctica. Catron invitó
a un compañero de la universidad a un bar y fueron pasando por cada una de las
36 preguntas. Según cuenta en el artículo que escribió para el New York Times,
“Si quiere enamorarse de alguien, haga esto”, el experimento funcionó.